En 2006 el director Bryan Singer realizaba Superman returns,
nueva adaptación de los comics del súper héroe más famoso de la DC. Avalado por
sus incursiones en el terreno del cómic con los X men parecía una buena
apuesta, sin embargo su homenaje al primer Superman (1978) de Richard Donner
quedaba un tanto descafeinado por un toque insulso, con escasas escenas de
acción, aunque de acabado perfecto.
Zack Snyder tomó nota y su El hombre de acero (2013)
pecaba de todo lo contrario. Recogiendo en parte el argumento de Superman II,
la aventura continua (1980) (Richard Lester) con antagonistas kriptonianos
dispuestos a arrasar la ciudad entera, el nervioso director de 300 no dejaba un
ladrillo en pie.
James Gunn ha sido más inteligente, se aleja de los
intentos nostálgicos de Bryan Singer y de la testosterona destructiva de Zack
Snyder para seguir con su receta expuesta con éxito en la trilogía de Guardianes
de la galaxia, un más que recomendable entretenimiento repleto de humor.
En
este caso, la inspiración podría llegar de la comicidad de Superman III (1983)
otra vez dirigida por Richard Lester, un film sin pretensiones, y su mezcla con
una premisa más valiente ya vista en la infame Superman IV, en busca de la paz
(1987) dirigida por el mediocre Sidney J. Furie. Esta película de increíble
nefasta calidad destaca tan solo por el argumento: Superman intentando salvar a la humanidad eliminando todos los misiles de la tierra (era el año del
derribo del muro de Berlín y la descongelación de la guerra fría).
El realizador diseña un guion valiente humanizando a Superman
y, por qué no, retando al nuevo orden mundial. Parece estar de moda ser mala
persona y elegir a líderes mundiales enajenados dispuestos a socavar todos los derechos humanos por dinero y poder.
En el film, Superman, por iniciativa propia, frena una
masacre al detener la invasión de Jarhanpur por parte de Boravia, aliado de los
Estados Unidos y al que se proporciona las mejores armas de destrucción. El paralelismo
está claro ¿Ya se puede decir la palabra Genocidio o tenemos que esperarnos a
que construyan un resort de lujo bajo todos los cadáveres? Pero lo más grave
son los intereses.
En la película de James Gunn, el mil millonario Lex
Luthor, que aparece como un miembro más de la administración americana y con el
beneplácito de la presidencia del país (este paralelismo se deja un poco en el
aire pues no aparece un presidente americano claro), pretende autoproclamarse rey de parte del
país invadido para seguir forrándose. En la ficción ya no existen límites para
el capitalismo y la codicia salvaje ¿He dicho solo en la ficción?

El personaje
de Clark Kent versus Superman, esta vez y con más claridad que nunca, se rebela
contra las injusticias o se desgasta intentando salvar a todo ser humano y
animal en peligro. Abandera unos poderes ilimitados para emplearlos contra el
mal infiltrado dentro de su propia nación y, se sitúa en contra de esa moda de
ser un perverso individuo o un auténtico idiota que propaga el odio. No es
casualidad la escena del universo paralelo donde centenares de monos propagan
bulos, noticias falsas y rencor (bots en argot de las redes sociales), con el
solo objetivo de enfermar a una cantidad controlada de la sociedad.
Y si hablamos de malvados o de auténticos psicópatas,
la sobresaliente actuación de Nicholas Hoult, manejando la función con una soltura
perfecta, da el acertado contrapunto a un notable David Corenswet como Superman,
por fin más vulnerable, más humano que nunca, derrotado desde el primer
fotograma.
El cóctel necesita un engrase para disimular la
perplejidad que domina a una sociedad entre adormecida y/o saturada. La acción
está servida con gusto: los combates, la secuencia del metaverso con su cárcel
donde Lex Luthor recluye a metahumanos y a humanos que le incomodan, una Lois
Lane despojada de la idiotez y cómplice de la identidad secreta de Clark Kent,
y que comanda parte de la acción con sus compañeros del Daily Planet, aportando
parte de ese humor ingenuo que se propaga con la tontuna de Linterna Verde apoyado
por HawkGirl (La mujer halcón), el alucinante Mister Terrific o el tierno Metamorpho.
Sin embargo no es el ritmo dinámico sin caer en el empacho o la factura
impecable lo que sobresale en la función, sino la acertada incursión del ser
canino desde el mismo inicio, el contrapunto perfecto del perro con superpoderes que logra que la sesión se convierta en un combo de notable entretenimiento.
Atentos al chiste final pues Superman está cuidando del chucho.
Cumplido el objetivo nos hemos olvidado de los
malvados, de los ruines, de los de ficción, de los de carne y hueso, y nos
quedamos con la verdadera valentía de proteger a los más débiles.
Nos lo hemos pasado bien, hemos salido con satisfacción
del cine, con la esperanza de ver una estela en el firmamento que recupere la
cordura de este mundo.
Por favor ¡Que nos socorra al menos el perro volador y
que trinque a unos cuantos de las bolas!
Spoiler: le gustan mucho las esferas.
José
V. Navarro
7
de agosto de 2025
