sábado, 18 de abril de 2020

REALIDAD, PENSAMIENTO Y FICCIÓN DE UNA PANDEMIA EN TRES PELÍCULAS.


CONTAGIO (2011) (Steven Soderbergh): LA REALIDAD.


Con afortunadas diferencias, sobrecoge ver en situación de confinamiento gran parte del metraje de esta película. Las similitudes con la situación actual que vive el mundo alejan a este film de la ficción para acercarlo a la realidad.


El prolífico director de películas comerciales como la saga de atracos que se inicio con Ocean´s eleven (2001), ha cambiado de estilo constantemente. En sus más de 30 films y algunas series (destacar la memorable The Knick del 2014) alterna obras experimentales, alimenticias, taquilleras, filosóficas o biopics (Ché, el argentino y Ché, guerrilla del 2008); pero sus mejores logros residen en conjugar la taquilla con diferentes argumentos espinosos en varias de sus películas.
El estilo del documental dramatizado desarrollado en la premiada Traffic (2000) atrapa al espectador adentrándolo en el mundo de la droga; la también galardonada Erin Brocovich (2000) cuenta la lucha de una empleada de una oficina jurídica que se enfrenta a una poderosa multinacional; o Efectos secundarios (2013) que trata sobre el poderoso mundo de los medicamentos. En Contagio el guionista Scott Z. Burns fue asesorado por un prestigioso epidemiólogo estadounidense llamado Ian Lipkin, lo que da pie a lo largo del metraje a explicaciones muy interesantes: como se contagia la población mundial, como actúa el virus en el cuerpo humano, la búsqueda de una vacuna o qué tipo de tratamientos se administran…

La película resulta dinámica, didáctica, interesante gracias a un estudiado guión, una fantástica puesta en escena con la utilización de una banda sonora que tensa al espectador. El reparto estelar con excelentes actores (J. Law, K. Winslet, L. Fishburne, M. Damon, M. Cotillard, Elliot Gould…) se distribuyen un mosaico de personajes que encajan como un puzle en la trama alternándose en diferentes secuencias: la paciente cero y su marido que resulta inmune a la enfermedad; el epidemiólogo que trabaja con el gobierno dando la cara en las ruedas de prensa y que trabaja con una compañera que se dejará la vida en la investigación; El doctor que encuentra un remedio al margen del gobierno; los científicos que buscan la vacuna; el periodista freelance sensacionalista que encuentra un beneficio en medio de toda la desgracia…
Soderbergh nos muestra las coincidencias de una pandemia que se ha hecho realidad, como si todos los habitantes del planeta fuéramos extras del reparto: El lugar del inicio del contagio en una metrópolis china, el viaje del virus por el mundo, la forma de contagio a través de las manos, el uso de mascarillas, el aislamiento social, el asalto a los supermercados, la dicotomía de la política entre la salud o la paralización económica, la búsqueda urgente de una vacuna o los grandes hospitales de campaña nos recuerdan la situación histórica que estamos viviendo.

Por suerte o eso espero, la película va mucho más allá describiendo una situación caótica,  dónde el miedo y el pillaje se adueña de la población; presentando también un virus mucho más letal del que en realidad estamos sufriendo.
El excelente final que desvela el inicio del desconocido virus es idéntico al que explican los medios para la actual pandemia.
¿Estaremos de verdad viviendo la realidad o es solo una pesadilla? Quizás no esté escribiendo estas líneas en un ordenador y mis dedos solo golpean letras oníricas.

Olvidaré entonces la reflexión que hacia el guionista de la película en una entrevista: «era cuestión de ver cuando pasaba, no ver si pasaba».



Filmografía STEVEN SODERBERGH





A CIEGAS (2008) (Fernando Meirelles): EL PENSAMIENTO.

En estos días de confusión, de reclusión, no tenemos ninguna certeza del futuro que nos espera, estamos a ciegas, como el título de la película. Quizás sea un buen momento para la reflexión, sin anticiparse a los acontecimientos pero lanzando algunas preguntas: ¿Será capaz la humanidad de meditar y razonar sobre lo ocurrido? ¿Seremos capaces de no dejarnos contaminar por la mentira? ¿Qué nos espera en el exterior? ¿Cómo habrá cambiado la relación con nuestros semejantes? O por el contrario, todo volverá a la normalidad impuesta olvidando lo ocurrido con el tiempo y cometiendo los mismos errores.


        A ciegas adapta el libro más conocido de José Saramago. Ensayo sobre la ceguera (95) es una novela distópica que está narrada con un estilo de ensayo como índica su título, pretendiendo reflexionar sobre la oscuridad del alma humana. El premio nobel de literatura de 1998 relata la extensión de un virus en un país indeterminado, con unos personajes sin nombre a los que reconocemos por sus trabajos diarios, es decir por el rol que les ha tocado realizar en una sociedad de autómatas cegados por el estrés del día a día. La pandemia ataca a la visión de las personas, pero su ceguera en vez de oscuridad es un mar blanco dónde lo único que se pueden ver son sombras.
        Plasmar este argumento repleto de complicaciones cinematográficas suponía un gran reto cercano a la obsesión para el realizador Fernando Meirelles. El director brasileño, forjado en la televisión y en diferentes proyectos experimentales ya era conocido por dos excelentes películas: En la premiada Ciudad de Dios (2003) plasmaba una compleja novela con más de 350 personajes que describía el mundo del crimen organizado en las favelas de Rio de Janeiro; En El jardinero fiel (2005) adaptaba una interesante novela de John Le Carré sobre la mafia de las farmacéuticas, un sobresaliente film de arriesgado estilo. Era púes de esperar que la compleja realización de A ciegas tuviera un estimable resultado: Por un lado la exhaustiva preparación de los actores (Excelentes Julianne Moore, Mark Ruffalo, Danny Glover, Gael Garcia Bernal y el resto del reparto); la exploración visual con múltiples ángulos de cámara; la recreación del mar blanco de la ceguera y el resto de efectos visuales, etc… dotan al film de una atmósfera perfecta de realidad onírica.


        Dividida en tres partes, la película cuenta el principio del contagio en una ciudad ya de por si caótica y enfermiza. Va presentando a los personajes cruzándolos en diferentes escenas, relatando sus vidas y los vínculos por los que se van contagiando.  Los individuos son recluidos juntos en una cuarentena extrema, carcelaria, agónica, dónde el caos se va adueñando de la bajezas del ser humano. Aparece el líder populista envenenado de poder y la avaricia del grupo que lo sigue; la sumisión, la degradación moral y física, la explotación sexual, la pura supervivencia de los demás; la guerra, la sinrazón. La tercera parte nos presenta un país devastado dónde la importancia de un grupo y un buen líder reflejan la solidaridad de la unión.


Las personas nos relacionamos de forma afectiva sea de forma circunstancial, por amistad o por familia, desarrollando la empatía; sin embargo el rencor, el odio, la venganza, el materialismo, el egoísmo también es alimentado cegando nuestro interior.
Volveremos a ver de nuevo tras nuestro confinamiento, pero esta vez volveremos a ver de verdad.
Es un deseo pero no una certeza.  



FILMOGRAFÍA: FERNANDO MEIRELLES.






DOCE MONOS (1995) (Terry Gilliam): LA FICCIÓN.

Año 2035, la humanidad se refugia en comunidades subterráneas por culpa de un virus letal. El prisionero llamado James Cole es enviado de forma voluntaria al pasado para conseguir una muestra del virus y así lograr un antídoto. La pista se encuentra en 1996 y los principales sospechosos son un grupo radical llamado el ejército de los 12 monos.
        Bajo este argumento encontramos diferentes elementos lejanos a la realidad: el año 2032 nos remite a un futuro postapocalíptico y los viajes en el tiempo son una ficción recurrente en el cine. Podemos pues disfrutar de la sesión sin pensar que el espectáculo pueda saltar a la realidad, por lo menos en el presente.

        Los productores de la Universal barajaban la idea de adaptar una versión del corto francés La Jeteé (62) (Chris Marker), para ello contrataron al guionista de Bladde Runner (82) y Sin Perdón (92), David W. Peoples que junto a su esposa Janet escribieron la historia de 12 monos. Al buscar un director todos pensaron de forma inmediata en Terry Gilliam por su gran capacidad de fabulación. Su anterior película El Rey Pescador (91) había logrado un éxito de taquilla, sin embargo el realizador de Las aventuras del barón Múnchausen (88) tenía fama de conflictivo debido a los complicados rodajes anteriores (ver post en este blog: La perseverante imaginación de Terry Gilliam). Acostumbrado a filmar sus guiones originales dónde daba rienda suelta a su desbordada imaginación, trabajar con un guión cerrado facilitaba evitar los problemas de producción. La película terminó en tiempo y presupuesto razonables logrando un gran éxito de taquilla. La incorporación del star system con Bruce Willis impuesto por la productora y un Brad Pitt que lograría una nominación al oscar dio sus resultados. El reparto lo completaba Madelaine Stowe y el veterano Christopher Plummer.

        Doce monos recuerda en ciertas secuencias a Brazil (85), la obra más personal del director: el diseño futurista gótico, frío, sucio, desangelado y claustrofóbico; recupera ese estado dominado por la burocracia inútil, manipuladora y soberbia, aunque en este caso comandada por un grupo de científicos ineptos; o los sueños mezclados con los recuerdos que intentan recuperar la identidad perdida del protagonista. Sin embargo la falta de esa libertad artística convertida en más académica nos aleja del más puro estilo Gilliam, sin menospreciar los logros de este excelente film.

        El ágil guión sigue la extenuante persecución de James Cole en busca del germen que inicia la pandemia con diferentes saltos temporales, reflejando la incapacidad del propio ser humano por defenderse de sí mismo. Pese a estar entretenidos con una historia ficcionada, las imágenes de anímales viviendo en plena libertad o escapándose del zoo nos sugiere una venganza de la naturaleza por el nefasto trato recibido; también ese traje de diseño imposible e impecablemente sellado que utilizan los humanos para poder salir al exterior, nos recuerda a la lucha de nuestros sanitarios para evitar el contagio.


        La excelente secuencia del primer tercio del film en la institución mental bien pudiera servir de metáfora: quizás la locura encerrada en la mente humana sea provocada por la incapacidad de entender como los que parecen estar realmente locos gobiernan el mundo.
 Invadidos por un mundo de pantallas dónde la ficción nos evade de la locura diaria, podría pensar que en realidad nos están acostumbrando poquito a poco a ver natural hasta lo más inverosímil y lo más irracional, hasta que llegue el momento perfecto.
«Momento perfecto ¿Para qué? » preguntó el protagonista confuso y extrañado.  «No quieras saberlo» le replicó la voz de su interior.



FILMOGRAFÍA: TERRY GILLIAM






José V. Navarro (Abril 2020, el mundo encerrado en cuarentena).