El
MUSICAL.
La música es el
complemento perfecto para crear una gran película, una banda sonora debe estar
al servicio de la narración, de lo que se quiere transmitir al espectador;
subrayando emociones, complementando a los personajes, introduciendo
situaciones, etc.
Todo cambia si le damos la
vuelta. Qué tal si la música se convierte en el motor de una historia o en uno
de los personajes principales o en el eje de una trama.
EL MUSICAL: del
claqué de Fred Astaire al de Ryan Gosling.
Recuerdo los bailes de
Fred Astaire y Ginger Rogers; las perfectas coreografías de Gene Kelly; la
mítica West side story(54); o el
clásico Siete novias para siete hermanos(61).
Todas estas películas marcaron una época del musical en Hollywood.
En
1978 Grease, renovó el musical, convirtiéndose
en un hit generacional aportando un aire fresco y desenfadado, los tiempos
habían cambiado resguardados por las chupas y los pantalones de cuero y los
nuevos looks.
La
magnífica All that Jazz (Bob Fosse)
(79) allanaba el camino de la Fama (80) (Alan
Parker). Hair (79) (Milos Forman)
relanzaba la opera rock, tras Tommy y
Jesucristo Superstar. Los
espectáculos musicales y el esfuerzo artístico experimentaron un nuevo rumbo.
A
partir de ese momento perdí el rastro del musical, tan sólo reseñar la original
propuesta de Woody Allen, Todos dicen I
love you (96) y la singular, Bailando
en la oscuridad de Lars Von Trier, con una artista tan transgresora como
Bjork.
Las
últimas aportaciones al género me dejaban frio. Chicago (2002), un espectáculo demasiado encorsetado y Moulin Rouge (2000), pretencioso y
excesivo.
La magia de Woody Allen contagia a LA LA LAND |
Laciudad de las estrellas, (LA LA LAND) (Damien Chazelle) (2016)
ha rescatado el claqué de sus protagonistas de una forma sencilla y original.